La sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño fue el escenario en el que se reencontraron el sábado 28 de mayo los más de 2 mil seguidores de la banda de ska más importante de Venezuela: Desorden Público, para disfrutar de la historia de sus canciones que Horacio Blanco había hilado y que Elisa Vegas accedió magistralmente a acompañar junto a la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho.

A las 7:20 Vegas salió a escena y comenzó a sonar “Allá cayó” en lo que ambos llamaron el primer movimiento del Concierto: La Ruptura, un resumen de “lo que éramos” y los años de decadencia político-social de Venezuela, en los que precisamente nació la banda. Le siguieron “Peces del Guaire” y “Danza de los Esqueletos”, donde Blanco amenizó con historias de misterio sobre “los espantos del Teresa Carreño”.

A continuación “El racismo es una enfermedad” y “Los Zombies están de moda”, que fue precedida por una arenga de Blanco sobre la esclavitud actual a las pantallas y los celulares.  Le siguió “Valle de Balas” no sin que Horacio hablara de su vínculo casi irrompible con Caracas, “esta ciudad loca y desordenada” que le valió el aplauso empático del público. Y así, Vegas salía de escena para dejar a Horacio solo con su guitarra por unos minutos.

En un momento de intimidad con el público, Blanco narró, cómo, en plena adolescencia, una pareja de sus amigos ‘metió la pata’ y le inspiró a escribir “Skápate conmigo” en la parte de atrás de un cuaderno escolar. Posteriormente, la canción de 1988, que pretendía motivar el uso del preservativo entre los jóvenes como ellos, fue censurada en Venezuela y se le prohibió sonar en la radio. En República Dominicana, en cambio, les ganó el apodo de “la banda del condón”. Y esta vez, en solitario, Blanco interpretó la canción.

La banda luego lo acompañó con “Látex” y Elisa, de vuelta en el escenario, se unió a ellos para cantar “Cachos de Vaca” que contó también con la participación de la solista Desirée Genatios. Con “El Tren de la Vida” finalizó el primer movimiento del concierto y vimos aparecer como transición el corazón batiente en las pantallas a ambos lados del escenario.

Nostalgia y abrazos

Después de un video que reunió testimonios de emigrantes venezolanos en todas partes del mundo, Horacio apareció en el fondo del patio interpretando la más melancólica de sus canciones, “Los que se quedan, los que se van”, una pieza dedicada a los migrantes, la separación y los corazones rotos que se quedan en Venezuela, compuesta en 2016. Se oyeron algunas voces y asistentes quebrarse mientras Blanco caminaba hasta el escenario para cerrar con un discurso inspirador sobre replantearnos una idea de país en la que quepamos todos, inclusive los que hacen vida afuera.

Le siguió una confesión de su fe en José Gregorio Hernández con “Haz el bien”, la canción que Blanco compuso en tiempo récord para la beatificación del médico trujillano, de quien dijo, había sido reflejo del espíritu del venezolano: “un hombre que hacía lo mejor que podía con lo que tenía”.

Tras “Mini UZI” vino uno de los momentos cumbres de la noche; la orquesta en pleno se hizo con ‘instrumentos’ de percusión caseros que en su momento usaron para ensayar cada quien desde el confinamiento: tobos, latas, ralladores, palos y maracas improvisadas para tocar “Gorilón”, ‘en honor a la resiliencia que tuvimos todos durante la pandemia’, dijo Elisa Vegas, arrancando un aplauso agradecido del público. Los músicos de la Gran Mariscal de Ayacucho se despojaron de toda formalidad para brincar en escena con sus artilugios, dando un colorido fin al segundo movimiento.

“El abrazo”, el tercer movimiento de este reencuentro, empezó con “Música de fiesta” y “Estoy buscando algo en el Caribe”. En seguida, Blanco contó cómo en un taller literario en la UCV se inspiró en el paso de las guacamayas caraqueñas para escribir un cuento que luego se convertiría en la famosa “Simón Guacamayo” (otra confesión más de su amor por la ciudad que se agradece). Para ese tema, le pidió al público que se parara a bailar y vocear acompañándolos y contagió de desorden y parranda a toda la Ríos Reyna.

De principio a fin, Horacio Blanco demostró, además de seguir teniendo una voz privilegiada y una energía inagotable, que es un maestro del storytelling. La cita finalizó con “Combate” y la popular “Tiembla” al pedido de “otra” por parte del público, con un abrazo de Vegas y Blanco y la promesa de poner pronto este concierto al alcance de los venezolanos que no pudieron disfrutarlo en vivo a través de la plataforma VIVOPlay. A la salida, grupos de caraqueños sonrientes y emocionados se fotografiaban desde la pasarela sobre el Paseo Colón con el Teresa Carreño y las torres de Parque Central iluminadas con los colores de la bandera. También para algunos fue un sentido reencuentro con este complejo tan nuestro, tan solo un par de años mayor que la banda de ska más longeva e importante de Venezuela.

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